domingo, 31 de octubre de 2010

FUENTE DE LOS CUENTOS

http://www.halloween.com.es DE AHI SAQUE LOS CUENTOS AHI MAS :D

TENGO UNA MUÑECA

El anciano Mr. Kirby, tras el recuento de la recaudación diaria, salió de su tienda, con intención de volver a casa, junto a su esposa. Cerró la puerta del establecimiento y, silbando una alegre tonadilla, se alejó calle abajo, a duras penas iluminado por la escasa luz de las farolas.

Atrás dejaba la tienda, después de diez horas de trabajo. Era un local grande, aunque Kirby había conseguido convertirlo en un lugar acogedor, a pesar de su tamaño, y el polvo se acumulaba sobre las estanterías, a veces incluso semanas enteras, hasta que la esposa del anciano, se decidía a visitar el lugar, y las limpiaba, sin hacer caso de las protestas de su marido, quien aseguraba que, el polvo, le daba a la tienda un aire más digno, más antiguo, pues, en el establecimiento, había montado Kirby su prospero negocio de antigüedades y cosas raras. Allí podías encontrar casi cualquier cosa: Desde una vieja plancha de hierro fundido que, tal vez, perteneció al Presidente Franklin. Hasta el cromo aquel que nunca aparecía en los sobres que te comprabas de niño. Mas, sin duda alguna, de lo que más orgullosos estaban los dos viejos propietarios del bazar, era de su colección de muñecas. Muñecas antiquísimas, se rumoreaba que la más moderna de aquellas muñecas databa de antes de la Segunda Guerra Mundial, y que había pertenecido a la familia del Presidente Roosvelt. Su valor, como se comprenderá, era poco menos que incalculable. No era, sin embargo, ésta la preferida de Kirby, si no una mucho más vieja, sucia con el trajecito medio descosido, con las manitas de porcelana, y un único ojo de vidrio, a la que el viejecito había bautizado, desde el primer día, con el nombre de Rose Mary, en honor de su única hija, muerta cuando a duras penas tenía tres años, en un horrible accidente de tráfico.

Como ya hemos dicho, Douglas Kirby, caminaba hacia su casa, donde le esperaba su amada mujer, con el plato de cena sobre la mesa, y una amorosa sonrisa en los labios. Recién había cumplido los setenta años, pero conservaba intacto todo su cabello, aunque completamente blanco. Poseía un rostro alargado y fino, ojos pequeños y vivarachos, una nariz prominente, y una boca pequeña, de labios finos, y constante gesto fruncido.

Pocas eran las veces que, fuera de su tienda, se paraba a charlar con sus conciudadanos, lo que había generado el rumor absurdo de que, estaba un poco chiflado. Muchos afirmaban que había traspasado el límite, y lo acusaban de hablar con sus muñecas, cuando se quedaba solo en el establecimiento.

En un bar cercano, mientras tanto.

-¿Vosotros no sois de por aquí, verdad? -Willie, dueño del bar, no quitaba ojo de los dos forasteros que, sentados en una mesa cercana a la puerta, vigilaban, con demasiada atención, la tienda de antigüedades.
-¿Eh? -Uno de los tipos, dedicó a Willie una extraña sonrisa-. No, somos de Chicago.
-Ah -El barman, asintió con un leve cabeceo, y dedicó su atención a un nuevo cliente, que acababa de entrar.

Poco más tarde, William, volvía a interesarse por los dos desconocidos:

-¿De Chicago, ha dicho?
-Así es, de Chicago -respondió, de nuevo, el mismo hombre.
-¿Son anticuarios? -El dueño del establecimiento, hizo un gesto con la cabeza, en dirección a la tienda de Mr. Kirby.
-¡Oh, no! -Contestó esta vez el otro hombre.
-¿Ah, no? 
-No, no.
-Pues, parecen muy interesados en el anticuario -comentó Willie, con tono mordaz e irónico
-Eso, amigo, se debe a que nos gustan las antigüedades -se apresuró a responder, de nuevo, el primero de los dos individuos.
-Ah, pues, en esa tienda, lo máximo que encontrarán, serán muñecas rotas, cubiertas de polvo -y, tras este comentario, Willie, dejó el tema por zanjado, y se dedicó, de lleno, a atender a los parroquianos.

Media hora más tarde, los dos forasteros, salían del bar, y se encaminaban al motel de la viuda Klein, donde habían alquilado un par de habitaciones, las cuales, según su costumbre, no tenían pensado pagar, cosa que llevaban haciendo, impunemente, desde hacía meses, en su recorrido de robos y atracos por los E.E. U.U. 

-¿Crees que el barman hablaba en serio, Roy?
-No. Supongo que lo dijo para despistar. Seguramente se olió lo qué pensamos hacer y pensó que, si nos decía que en la tienda no hay nada de valor, nosotros nos iríamos del pueblo, ¿verdad?.
-Marty, eres un chico listo -el llamado Roy, alzó la cerveza que estaba bebiendo, y brindó a la salud de su compañero.

Horas después, ya entrada la noche, los dos delincuentes, salían de sus habitaciones, y se dirigían a la tienda de Mr. Kirby, llevaban un gran saco de tela.

-Si todo lo que nos contó aquel tipo, es cierto, podemos hacer un gran negocio.
-Pues, Marty, yo no acabo de creérmelo -Roy, se detuvo, y miró a su amigo, mientras rebuscaba el juego de ganzúas en los bolsillos de su pantalón-. Hasta que no lo vea con mis propios ojos.
-¡Mira, ahí está la tienda! -Marty, hizo un gesto a su amigo y, tras comprobar que no había nadie en las cercanías, cruzó la calle, en dirección al bazar de Mr. Kirby.
-Deja, voy a probar con las ganzúas -Roy, sin perdida de tiempo, mientras, su compañero, vigilaba, comenzó a manipular la cerradura de la persiana con el juego de garfios.
-¿Ya está? 
-¡Sí! -Levantaron la persiana lo suficiente, para poder entrar agachados al interior del local-. Comencemos a buscar.
-¡Mira! -Exclamaba, pocos minutos después, Roy, mientras mostraba a su compañero una pequeña cajita tallada en ébano-. ¡Esto debe de valer, por lo menos, trescientos dólares!
-Deja eso -ordenó, Marty, con voz firme-. Aquel hombre, fue claro. Sólo las muñecas.
-O.K. -Roy, devolvió la caja de madera a su lugar, y siguió a su compañero al fondo de la tienda, en busca de la valiosa colección de muñecas antiguas.
-¿Ves algo?
-No, esto está muy oscuro.
-Espera -Marty, rebuscó en los bolsillos de su pantalón, hasta dar con una pequeña linterna-; ahora -encendió la diminuta lamparilla de bolsillo, iluminando, con el pequeño haz de luz, una enorme estantería, repleta de muñecas y muñecos.
-¡Joder, qué susto! -Exclamó Roy, al ver todos aquellos rostros de porcelana, mirándoles desde los estantes.
-¡Chist, calla! -Su compañero, se llevó un dedo a los labios-. Vamos a meterlas en la bolsa.
-Espera -pidió Roy, mientras se alejaba camino de la puerta del local-; me he dejado el saco en la entrada.
-No tardes.
Y, Marty, quedó solo, en el estrecho pasillo de la oscura tienda.
No habían pasado ni un minuto cuando...
-¡FUERA! 
-¡Eh! -Marty, espantado, giró la cabeza hacia el lugar de donde había surgido la voz, sin encontrar otra cosa que las viejas muñecas. 
Mientras, en la entrada: 
-¿Dónde mierda habré dejado el maldito saco? -Iluminándose, a duras penas, con el débil resplandor que entraba por debajo de la persiana, Roy, buscaba la bolsa de tela. 
Finalmente, tras varios minutos de búsqueda, se incorporó, y marchó en busca que su amigo, con intención de pedirle la linterna. 
-¿Marty, estás ahí? -Sin respuesta-. Necesito la linterna
-¡Roy, por favor, ayúdame! 
-¿¡Marty!? -A tientas, el ladrón, siguió la voz de ayuda de su amigo, hasta llegar al lugar donde, hacia escasos cinco minutos, le había dejado para ir a por el saco. Mas, junto a la estantería llena de muñecas, no había nadie Sólo la pequeña linterna, aún encendida, tirada en el suelo. 
-¿Qué está pasando aquí? -Roy, temblando de pies a cabeza, se agachó, y recogió la lamparilla portátil-. ¿Marty, estás ahí? 
-¡FUERA! 
-¿Q-quién anda ahí? -A duras penas pudo evitar el ladrón que, con el susto, la linterna de bolsillo cayese de sus manos. 
Y, entonces, como en una extraña y psicodélica pesadilla Ante los asombrados ojos de Roy, una a una, todas y cada una de las muñecas de la estantería, comenzaron a agitarse, a moverse y ¡A hablar! 
-¡Eres malo! -Murmuraban, mientras, con sus diminutos deditos de porcelana, señalaban al maleante-. ¡Y te vamos a castigar! 
-¡Mierda! -Roy, giró sobre sus talones, e intentó escapar. 
-¿Dónde crees qué vas? -A sus pies, tres muñecos, le cortaban el paso, estirando sus blancos bracitos hacia él-. ¡Vamos a castigarte! 
-¡No, malditos monstruos! -Furioso, y asustado, Roy, comenzó a patear a los muñecos, quebrando sus frágiles bracitos y cabezas de porcelana. 
-¡Asesino, asesino! -Gritaban, desde el estante, aquellas muñecas, que no podían moverse. 
-¡Muerte al ladrón! -Se escuchó, de repente, una voz mucho más potente que las otras-. ¡Qué corra el mismo destino que su cómplice! -Y, algo, surgió de detrás de la estantería. 
-¡Mierda, joder, Ostia puta! -Roy, tropezó y cayó al suelo, cuan largo era, al ver aquello que se le venía encima. 
-¡Tu amigo está aquí, conmigo! -Armada con unas pequeñas tijeras de costura, una muñeca, bastante más grande que el resto, avanzaba hacia él, sonriéndole, mostrándole unos blancos dientecillos de plástico. 
-¿Quién, qué eres tú? -El ladronzuelo, intentó reptar hacia atrás, apoyándose en sus codos. 
-Me llamo Rose Mary, y soy una linda muñequita -canturreó la muñeca, mientras daba un paso hacia Roy-. Juega conmigo, y seamos amigos. 
-¡Nooo! 
Al día siguiente...
-¿Y, dice usted, Mrs. Klein, que esos dos hombres marcharon sin pagarle el alquiler de las habitaciones? -Nick Travis, Jefe de Policía de Rock Bridges, tuvo esa mañana doble trabajo. Por un lado, el atraco a la tienda de antigüedades del viejo Kirby. Por otro, dos tipos habían marchado, sin pagar, del motelito de la viuda Klein. 
Mientras, en el bazar de Kirby. 
-No se llevaron nada -Lucille Kirby, ayudaba a su marido a recoger las muñecas caídas de las estanterías. 
-Seguramente, no tenían ni idea del valor de estas muñecas -su marido, con gesto amoroso, tomó a Rose Mary del suelo, y la volvió colocar en su sitio, mientras le susurraba en su orejita de porcelana- Muchas gracias.

RISAS EN LAS SOMBRAS

Abrí los ojos. La penumbra y el olor a putrefacción fue lo primero lo que percibí. Por un momento, no supe en donde me encontraba; pero lo recordé. La estúpida mazmorra en donde me habían encerrado a petición mía. La sed era insoportable. Las ratas iban de un lado a otro; esperando a que sus compañeras muriesen para saltarles encima para calmar su hambre de carne. Pero su sangre era lo que importaba. Ese fluido carmín tan tentador y cálido; un verdadero placer. Un acto barbárico pero tan complacedor su fácil obtención. Un motín de caza magnífico y sublime. 

- ¡No! Olvídalo piensa en otra cosa -me gritaba a mi misma. Desesperación. Angustia. Dolor.

- Olvídalo, olvídalo todo-. Pero no; su sabor, su calor.

¿Cuánto tiempo había dormido? ¿Hace cuánto no bebía una sola gota, sin desesperarme y matar a la primera cosa que se me acercara?. Debían de ser casi las 9:00 pm. QuÉ importaba; no saldría de ese lugar asqueroso aunque quisiera. No porque no pudiera hacer añicos los desvencijados barrotes, sino porque tenía que probar cuál era el verdadero alcance de mi voluntad y paciencia. Tal vez por la simple idea de estar atrapada pero saber como salir y sin embargo no hacerlo. Tal vez por esperar a que el confiado profesor Athur fuese a verme para “curarme de mi demencia”. Tal vez por hacerle la vida miserable a McGregor. La verdad era que no lo sabía con certeza. ¿Raro? Claro que no. Después de veinte años vagando sin rumbo y cuatro de aislamiento en una pocilga como aquella hace que la noción que tienes de lo que conoces cambie progresivamente; o simplemente tenga un sentido distinto; deja de tenerlo o no quieras entenderlo -comúnmente quieres olvidarlo-. En todo caso, tuve la misma existencia como cualquiera en mi mismo estado -si se le pudiera llamar de esa forma- aunque algo obsesivamente conservadora o patética para ojos de los otros más “fanáticos”. Ahora ni siquiera pruebo gota alguna.

Observé el ya conocido lugar. Suelo y paredes de piedra macizas y húmedas, con naciente maleza en sus abundantes grietas; ese olor asqueroso a putrefacción llenaba todo; y los famélicos y hambrientos roedores pululaban por doquier, reunidos a montones cerca de los cadáveres de las otras, saliendo de sus madrigueras como insectos, con esos negros ojos brillantes y saltones mirándome, abalanzándose encima de mí, pero en el último momento sólo bastaba azotarlas con mi brazo para despedazar sus cuerpos contra las paredes; ya no me importaba qué caminara a mi alrededor. 

Según lo que sabía, el sitio había sido en un tiempo usado durante la Edad Media como cárcel y cámara de torturas para malhechores y asesinos, a veces inocentes. Una estancia circular, techo, paredes y suelo arqueados, éste último con una abertura en el centro, tapada con barrotes, al igual que en las paredes a manera de celdas. Todo el “conjunto” ubicado a seis metros bajo la superficie; en un extremo, la única salida daba a unas escaleras al exterior. 

Estar allí me hacía sentir como pudieron haberlo experimentado esos hombres, atrapados, sin posibilidades de escape alguno, esperando el trágico final de sus desgraciadas vidas; la muerte se convertiría en su único alivio después de todo ese sufrimiento. Yo lo llamaría suerte. Pensaba que tal vez de esa forma pagaría por lo que había hecho, como lo hicieron ellos.

Pero era un verdadero aburrimiento, me la pasaba observando el vacío o leyendo los pocos libros que había traído conmigo, de casi mil páginas, ya leídos incontables de veces cada uno. Lo único entretenido que hacía a duras penas era leer las mentes de los empleados que me traían comida que ni tocaba y que resultaban un festín para mis amigas (alejándose después a la carrera).

Frecuentemente me acercaba a la puerta en cuanto se acercaban, espantándolos haciendo que la puerta vibrara con violencia; los pobres renunciaban al poco tiempo, algo que ponía a McGregor al rojo vivo -ja ja ja ja- aunque se esté al borde de la depresión, no significa que no tenga que ser entretenido ¿no?

Había un montón de heno en un rincón con forma de cama en donde me sentaba por horas inmóvil, esperando a que alguien pasara, era algo ocioso pero divertido; sus pensamientos me aburrían, siempre en lo mismo, ”tengo que atender al paciente número doce, el Señor me despedirá si sigo haraganeando por las tardes….", "bla ..bla..bla". Pero ellos se quedaban cortos, los verdaderamente extenuantes eran los lunáticos pacientes.”¡Ohh mira esa paloma!" Por cualquier estupidez, se quedaban con la boca abierta o hablaban con “amigos imaginarios” y mirando el techo como idiotas ¡Dios!

Pero de nuevo el deseo de sangre, ¿qué es lo que soy?, ni siquiera la luz de una vela la aguanto. Me recosté en el suave lecho y miré el techo. ¿Estaré demente? -ja ja ja, eso es lo que quería creer-. Cada vez que lo pensaba, la verdad era que quería salir de ahí, hace ya bastante que no veía las luces de la ciudad, que no veía otra cosa que esas paredes de piedras y esos sucios roedores

Y pensar que en algún momento de mi vida, mi ser era alguien diferente.

En realidad sentía tristeza y lástima por aquellas personas. La mente es mente, es muy frágil y sin olvidar el alma, que de muy fácil manera puede llegar a corromperse. Sus familiares los enviaron a este zoológico para curarlos o simplemente para deshacerse de ellos. Pobres... atrapados… condenados en su propia mente… un destino cruel y en soledad. Ja ja ja.

LA MUJER DEL PASILLO

Una noche de Halloween, por hacer algo de miedo, jugamos a la Ouija, cosa de la que siempre me arrepentiré. La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extraño, no sé definirlo con palabras; unos amigos y yo buscamos una vieja Ouija que mi familia siempre ha tenido guardada... Era de mi bisabuela, la cual había muerto cuando yo aún no había nacido, y siempre había querido conocerla. Mis amigos hacían eso por diversión, yo por un fin, puesto que quería hablar con mi bisabuela.

La sesión comenzó, entre risas mis amigos bromeaban, yo estaba muy serio, concentrado, pero ellos no lo notaron, hasta que cayó un rayo que iluminó toda la habitación oscura, seguido de un trueno, que estremeció hasta el último de mis huesos. Asustados por el rayo, mis amigos, se quedaron en silencio, como yo, concentrándose, de repente, el puntero de la Ouija comenzó a moverse. Preguntamos alunísono, quién era, pero no respondió.

El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabras. Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras: "stoy yendo a por vosotros".

Era una mujer, que estaba en el pasillo y gritaba por entrar a mi habitación. El cerrojo estaba echado, no podía entrar, pero parecía que iba a tirar la puerta abajo.

La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que empujamos la cama para atrancarla. La mujer cada vez más desesperada, gritaba mi nombre. Yo tuve el impulso de abrir la puerta, pero me contuve, esos gritos eran desesperados. 

Entonces me di cuenta: Era mi bisabuela; algo me lo decía, aunque no podía explicar cómo lo sabía. 

Me lancé a abrir la puerta, quería verla, tenía que verla, pero mis amigos me agarraron. Los gritos cesaron, una de mis amigas, tuvo un ataque de nervios. Nos acercamos a consolarla, pero una voz grave y fuerte salió de ella diciendo que no nos acercáramos. Nos quedamos de piedra. 

La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: "¡Os lo advertí, y no me hicisteis
caso, ahora moriréis!". Mi amiga comenzó a moverse de un lado a otro, diciendo que nos mataría. Intentamos abrir la puerta pero no pudimos. Los gritos volvieron a cesar, conseguimos abrir la puerta, yo salí primero, pero se cerró detrás de mí. Oí los gritos aterrorizados de mis amigos, histéricos, pidiendo socorro, dando patadas a la puerta para abrirla. 

Escribo mi historia, cuarenta y cinco años después de que ocurriera, pues acabo de salir de la cárcel, culpado por el asesinato de mis amigos, los cuales encontré muertos cuando conseguí abrir la puerta de mi habitación.

LA MANO FRIA

Según cuentan vivía hace un tiempo y en una casa pequeña, sin muchos miramientos, un albañil tranquilo que gustaba de hablar por los codos, pero que era muy apreciado por los vecinos, porque, entre tanto hablar, a veces , contaba cuentos y no estaban mal, y tenían hasta su gracia y, en todo caso, garantizaba la atención de niños y mayores cuando se reunían en casa en torno al fuego. El sitio donde vivía, un tanto alejado del pueblo y rodeado de arboles, daba un ambiente especial a las polavilas ( reuniones que se celebraban en torno al llar de la casa para contarse cuentos en la largas noches de inviernos) que se hacían en su casa: los pájaros, el ruido del viento y esa particular oscuridad que se siente cuando se acaba de acabar la ultima luz, ayudaban a sobrecogerse un tanto antes de empezarlas.

Un día de los suyos, y que cambiaría su forma de ver y sentir las cosas de este mundo, estaba cenando con toda tranquilidad el albañil, un candil por alguna parte, el viejo tronco en ascuas en el que se había calentado la cena, por otra, como toda luz. Estaba solo y no encontraba en la cena mas consuelo que el que puede encontrar un cabo en regañar a un soldado: no pensaba mucho, sino que dejaba vagar la mente por entre la insipidez de lo que comía, que tanto a toda su vida se parecía. Así lo llevaba: comer así, como si nada, lavar los platos de cualquier manera, sentarse a echar el ultimo pitillo del día mientras se va enfriando la casa y las ansias de ahorrar hacen apagar el candil.

A punto estaba de hacerlo o, por lo menos ya llevaba un tiempo pensando en ello cuando una sombra indefinible apareció por la pared que no debía, por la que debía, luego, por otra tercera, después, que era donde estaba el candil, y apago la vela. Aquello con susto y todo, llevó a nuestro albañil a moverse y, con esa práctica que da costumbre, con solo el ligero resplandor del llar, buscó cerillas y trató de enceder la vela.

Cosa rara, no había manera. Lo intentó mas veces, tantas como le permitió el miedo que indefectiblemente empezaba a sentir y que le erizaba el vello de la piel; el, que era tan pausado en su vida y que solo se entretenía haciendo pasar miedo a los demás ( y de que forma, bien sabia él ), estaba ahora con la última cerilla en la mano y el escuálido resplandor del fuego como todo futuro por esa noche. Casi de pronto, como si no hubiese sido de golpe, segundos antes de que procediera a encender la postrera cerilla, algo así como una mano fría, algo frío, una textura fina, un calor frío, se posó en su cuello.

- Nada que hacer- se dijo el albañil, que entre tanto sobresalto aun guardaba la serenidad del cuentista profesional -, ni cerillas, ni velas, ni luz, que esta noche si no son los muertos los que rondan, son sus descendientes.
Con algún trastabilleo (tropezón) que otro, se acercó a la puerta y como intentado no incomodar a quien allí hubiera, corrió el pestillo, abrió ligeramente la puerta, pasó al otro lado como queriendo ser mas flaco de lo que era y bendijo aquella oscuridad simple, nada ominosa, que dejaba ver las sombras de los arboles como sombras azules de un cielo negro. No corrió, pues, aunque albañil, su renombre de cuentista le había dado una cierta imagen de hombre, si bien algo de alloriau (atolondrado), cabal a ciencia cierta, y no quería que le vieran a esas horas (todavía era temprano para que la gente anduviese durmiendo) corriendo por todo el pueblo. A donde se dirigía lo decidió sobre la marcha: a ver a su amigo del alma, a que le dejara descansar en su casa, a que le ayudase a quitar de su piel aquel frío que sentía en su cuello.

Dicen los vecinos que llego a casa de su amigo, que abrió la puerta sin llamar ni decir nada, que se llegó a la cocina donde cenaba su amigo, que lo miro con ojos de espanto, que quiso hablar pero no pudo y que se desmayó. Santiago, que así se llamaba su amigo, aunque ello no importe nada ahora, no sabemos si preocupado o divertido por tan súbita aparición, hizo como pudo para sacar a nuestro albañil a que le diera el aire; unas cuantas tortas y otras pocas exploraciones que había aprendido a hacer de pequeño, le bastaron para tranquilizarse y bastaron también para que se espabilara el durmiente.

Nada pudo hacer, entonces, el albañil para evitar que unas lagrimas sordas, mudas y ciegas, acabaran su camino entre todas las nuevas arrugas que esa misma noche llegaron a su rostro.

EL DIABLO

Os contaré lo que pasó la primera vez que hice la ouija con mi prima. Fue la semana pasada, el día que me dieron las vacaciones. Por la mañana, cuando estaba preparando la maleta, me llamó mi prima, me dijo: -"Tráete un vaso pequeño"- yo le dije que para qué lo quería y me dijo: -Para hacer la ouija?- yo me quedé atónito y por lo menos cinco segundos sin contestar a causa del miedo que me causan los espíritus, y mucho más la ouija, pero como este mundo me fascinaba, acepté.

Sobre las siete de la tarde lo tenía todo listo y estaba preparado para irme, solo me faltaba el vaso. Cuando lo metí en la maleta oí una voz muy grave que me dijo. -TEN CUIDADO, me asusté y me quedé parado, en mi habitación, sin hacer ruido. Unos minutos más tarde, mi padre me llamó.

Durante todo el camino estuve pensando que pudo ser aquella voz, lo primero que se me ocurrió fue que quizás había sido un espíritu que intentaba decirme que algo malo iba a pasar, pero decidí ignorarlo.

Cuando llegué a casa de mi prima la miré muy serio, de la misma manera que ella me miró a mí. Cenamos y a la hora de acostarnos, cogí el vasito, y ella la tabla. Cuando todo estuvo preparado, el corazón me latía fuertemente contra el pecho y me temblaban las piernas.

Mi prima, al cambio, parecía excitada y muy contenta.

Me dijo que si yo quería ser el que preguntaba, yo no respondí. Le tocó a mi prima.

Dijo la primera pregunta: -¿Alguien quiere contactar con nosotros?- no hubo respuesta. Lo intentó otra vez. Nada. De nuevo. Esta vez, el vaso se movió rápidamente hacia SI. Mi prima y yo nos miramos con seriedad.

-¿Quién eres?- preguntó.

El vaso se movió a la misma velocidad que antes a las siguientes letras: ?E? ?L? ?D? ?I? ?A? ?B? ?L? ?O?. Yo grité y mi prima se rió -¿Estás aquí? ? ?SI?-dijo- ?O? ?S? ?V? ?E? ?O?entonces yo no quise seguir, intenté apartar el dedo pero no podía quitarlo, algo me obligaba a mantenerlo allí puesto. Mi prima preguntó- ¿Quieres algo de nosotros?- ?SI?- Mi prima dijo- ¿El qué?- ?V? ?U? ?E? ?S? ?T? ?R? ?A? ?V? ?I? ?D? ?A?. Entonces, el vaso volvió al centro y mi prima, asustada, preguntó cosas. Se había ido.

Por la noche, dormimos en la misma cama y abrazados, teníamos mucho miedo, entonces oímos: - NO TUVISTEIS CUIDADO- y vimos una cara horrible de humo rojo delante nuestra. Los dos gritamos, vinieron mis tíos, les explicamos lo sucedido y no nos creyeron. Entonces, nos dormimos, y al día siguiente vimos en el espejo escrito con sangre 666.

No podíamos creer lo que nos estaba pasando, el día siguiente dormimos en mi casa, y por la noche, vimos en el telediario que dos niños iguales que nosotros habían muerto con el número 666 grabado a fuego en la frente.

La policía dijo:- Encontramos algo escrito en el cristal en el que se encontraron los cadáveres: "Enviados de Dios para engañar a el Diablo".

LO QUE SOY Y SERE

Todo empieza hace unos meses cuando mis ansias de vida comienzan a desvanecer, todo parece estar en mi contra y poco a poco voy perdiendo las ganas de vivir, la desesperación ciñe mi cintura y prieta sus manos contra mi garganta impidiendo que llore o que exprese emociones...

Paso días horas pensando, sufriendo y deseando ser algo, un ser superior, alguien a quien todos teman, ya que hasta ahora había sido aquella niña pequeña y tímida de la que todos podían reírse que ingenuos, siempre subestimándome, si hubieran por un segundo imaginado lo que podría llegar a hacer, lo loca que podría llegar a estar... que injustos eran...

Poco a poco comencé a vivir mientras los demás dormían y a dormir mientras los demás vivían, así me aislaba en mi mundo, así me protegía de sus risas de sus golpes de su tiranía.

Pero una noche mientras paseaba por el bosque, descubrí una sombra arrodillada ante un árbol y aparentemente llorando... la llame y se desvaneció.

A los tres días volví por aquel paraje intentando encontrar a esa sombra y para mi asombro esa noche eran dos, y al interpelarlos se giraron hacia mi y la mas pequeña de las sobras huyó, pero la otra estaba inmóvil, mirándome fijamente, y de ella solo podía ver dos penetrantes ojos que brillaban a la luz de la luna, aterrada descubrí que una mano fría sujetaba mi brazo, y al girar la cabeza vi a esa sombra pegada a mi!

El resto de los recuerdos son borrosos, creo recordar un escalofrió y un leve susurro de una voz grave que decía: “es lo que deseas”.

Lo siguiente que recuerdo es una mujer y un hombre mirándome, mientras yo estaba postrada en un lecho de terciopelo negro, la estancia era oscura y había un fuerte olor a muerto.

Horrorizada les observe, su siluetas eran familiares, sus caras eran pálidas, de sus bocas salían colmillos puntiagudos, y sus ojos eran claros... eran las siluetas que había visto en el bosque.

Al mirar a mi alrededor percibí tres cadáveres en el suelo y lo comprendí todo, yo seria la siguiente...comencé a gritar y sin saber como la mujer me cogió los brazos y me miro con cara severa, pensé que seria mi fin, pero con voz dulce como la del canto de los pájaros me dijo: “ tu no correrás su suerte, no es lo que quieres... tu eres la elegida”.

Sus palabras me reconfortaron, pero, ¿como podía ser? Tenia muchas preguntas que hacer y según ellos toda la eternidad para encontrar la respuesta, aun tenía mucho que aprender, y ellos serian mis mentores, mi anhelo de sangre no lo podía saciar aun ya que mis colmillos no se habían formado y mis ojos tampoco... tendrían que guiarme durante algún tiempo antes de realizarme como lo que era...

El tiempo pasó y aprendí rápido la materia... a diferencia de los otros vampiros yo podía soportar la luz solar... y es algo que siempre apreciaré...

Ahora solo me quedaba pagar a mis mentores por el don que me habían concedido, y ese pago era sembrar el mal en el mundo, algo que no me va a costar teniendo en cuenta lo mal que me ha tratado... así que si me encuentras, ten cuidado, corres peligro...
Mi anhelo de sangre jamás se saciara.... CUENTO DE TERROR XD

IMSOMNIO

- No debo dormir -se repetía-. No seré alimento de esa ponzoñosa arpía.

De que aquellos ojos profundos de mirada insostenible lo estaban esperando en el vacío de sus sueños, se encontraba convencido. Y esto le provocaba un sentimiento de terrible angustia.

Incluso a él que entendía la venganza como propia de los espíritus nobles, la tortura a la que estaba siendo sometido se le antojaba como la más cruel y desmedida de cuantas puedan ser imaginadas.



Prefería contemplar la descarnada Luna, como ojo demoníaco entre la negrura envolvente del abismo enlutado, y su palidez inmaculada cuya blancura es más siniestra que las tinieblas de lo subterráneo; a abandonarse a merced del sueño. 
Muchos y muy lánguidos fueron los gemidos de las entrañas del alma que esta inquietud le arrancó, llegando a ensordecer el susurro de la soledad, asfixiando los versos de la elegía que el silencio entona. Y muchas fueron las noches que pasó sin dormir intentando entregarse a repasar viejas páginas roídas sobre historias olvidadas.

Pero grande era la pena que cubría su pensar. Sentía como sobre su cráneo descansaba el peso de toda la existencia. Si se le hubiese preguntado, con toda seguridad hubiese respondido que esa mirada no era humana. Que se trataba mas bien de negras agujas que se enterraban en las más hondas profundidades de su voluntad. O quizá más probablemente, de un espejo entre llamas que arrancaba las imágenes más mezquinas de su ser.

Con toda seguridad hubiese respondido que esa mirada era propia de una forma de vida mucho más antigua y poderosa. Que ya era remota cuando el mundo aún era joven.

- Ella estará allí. Aguarda su momento - se decía-. No olvida que es la Inexorable y que no es posible que escapemos a ella.

Y tras perder la cuenta de sus días de vigilia, haciendo ya horas que se le hubo extraviado en los laberintos de su consciencia la razón, la cadena de alaridos que vociferó fue tan atroz que más no lo habría sido si el abismo se hubiese abierto para liberar la angustia de los condenados. El clamor de lamentos sólo fue sofocado para proferir con aterrador tono: "¡Vete, vete!" mientras, dando vueltas, sacudía manotazos a su alrededor de modo, en apariencia, arbitrario.

A causa de su doliente estado, en un dinamismo marcado con un amargor y una distorsión mayores aun que los que el mármol eternizase en Laocoonte, se le tornó la expresión.

No encontrando manera alguna de aplacar la inclemente ansiedad que le mortificaba, se puso a beber hasta que la embriaguez le hubo derribado al suelo. Finalmente, y poco antes de quedarse dormido, balbuceó para sí mismo: "¡Que no haya tiniebla!".

Su mirada se ahogó, fue a morir a los párpados de la aurora de otro mundo. Sintió, con un sentir obscuro y abismático, cómo se hundía en esos ojos negros hasta la entraña que tanto temía. Nada, muerte y vacío, era todo lo que acababa por ser reflejo de aquellas negras pupilas. Se tornaba en abismo todo lo que aquellos ojos contemplaban.

Saboreó amargamente su alma en la boca. Sólo caída hubo después, violenta y profunda, con un caer veloz y prolongado que parecía no tener final.

Fue encontrado al par de días completamente aplastado contra el suelo, en igual forma a la que se encuentra a los que caen desde inmensas alturas. Entre cuerpo putrefacto pleno de morbidez y desecho desgarrado que hubiese hecho las veces de canapé para una gran rapaz, era su cadáver. Su olor era el del vaho sangriento de mil fúnebres festines

especial hallowen

no creo q lo pueda completar
pero de ultima sigo mañana xD

sábado, 30 de octubre de 2010

frases :D

¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle
a la vida, no a la muerte.
Marlene Dietrich


Temer al amor es temer a la vida, y los
que temen a la vida ya están medio muertos.
Bertrand Arthur William Russell  esto es como algo en contra a la frase de arriba  



No existe la muerte, sólo cambian
las condiciones de vida.



Duerme con el pensamiento de la muerte
y levántate con el pensamiento de que
la vida es corta
.


El miedo no existe, la pura realidad es que nuestro subconsciente se ríe a costa de nosotros 


chau xd

this is hallowen

no woman no cry ♫

 NO WOMAN NO CRY PORQUE RECUERDO CUANDO SOLÍAMOS SENTARNOS
EN EL PATIO DEL GOBIERNO EN TRENCHTOWN
OBSERVANDO A LOS HIPÓCRITAS
CÓMO ELLOS SE MEZCLARÍAN CON LA BUENA GENTE CON LA QUE NOS REUNÍAMOS
BUENOS AMIGOS HEMOS TENIDO, OH BUENOS AMIGOS QUE HEMOS PERDIDO A LO LARGO DEL CAMINO
 

eso es lo que puedes ver a travez de esta sociedad bitch 



martes, 26 de octubre de 2010

frases bastante buenas a mi gusto :)



¿Quién es más culpable: el tentador o el tentado? (William Shakespeare)







Elige la mejor manera de vivir; la costumbre te la hará agradable (Pitágoras ) 


De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error (Marco Tulio Cicerón) 


No hay nostalgia peor que añorarlo que nunca jamás existió (Joaquín Sabina) 



Me gustan los hombres con futuro y las mujeres con pasado (Oscar Wilde)

Ser o no ser, esa es la cuestion (Shakespeare) 

bueno pongo pocas dps pondre mas beso xd

REVOLUCION

 es el cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato. Se puede producir en varios ámbitos al mismo tiempo, tales como económicos, culturales, religiosos, políticos, sociales, militares, etc. Los cambios revolucionarios, además de radicales y profundos, y sobre todo traer consecuencias trascendentales, han de percibirse como súbitos y violentos, como una ruptura del orden establecido o una discontinuidad evidente con el estado anterior de las cosas, que afecte de forma decisiva a las estructuras


esto es revolucion LA REVOLUCION DE LOS MUERTOS VIVOS ! 



frases lindas